Marrakesh is a city bursting with life. If New York is the city that never sleeps, then Marrakesh comes a close second.
Our instincts ignite a spark inside us when presented with the prospect of discovering the unknown and savouring the adrenaline of new experiences. Marrakesh makes your senses come alive with the explosion of colours, aromas, sounds and flavours making it an unforgettable place to visit.
I have always felt that I was well travelled, a city girl with a countryside heart... I love the hustle and bustle of the metropolis, discovering new and exciting things and the unique sense of possibility that hangs in the air when you are in a big city. Marrakesh was no exception, and each day I was there I felt more alive.
Our sanctuary within the city was the Riad Dar Crystal, situated in the centre of the Medina, making it the perfect refuge to rest and relax after a day exploring the sights. Being so central, made it easy to discover some real treasures such as the Henna Art Café (a must do when visiting Marrakesh), the Bahia Palace, Jardin Majorelle and the world famous Souk that encompasses the Jemaa el Fnaa plaza.
Another highlight of the trip was adventuring off to the Ourika Valley and seeing the Berber civilisations, the riverbed restaurants and the breathtaking waterfalls.
Morocco is a diverse and extensive country rich in culture and history. We barely scratched the surface on our short weekend break but from what we did see the magical, mysticism of this country has left an indelible mark on me forever and I cannot wait to return to discover more.
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Marrakech es una ciudad llena de vida. Si Nueva York es la ciudad que nunca duerme, entonces Marrakech debería de estar en segundo lugar.
Nuestros instintos nos animan a querer descubrir lo desconocido y saborear la adrenalina de las nuevas experiencias. Marrakech despierta los sentidos con la explosión de colores, aromas, sonidos y sabores, convirtiéndolo en un lugar inolvidable para visitar.
Siempre he sentido que soy una chica de mundo, una chica de ciudad con un corazón campestre ... Adoro el ajetreo y el bullicio de la metrópoli, y me encanta descubrir cosas nuevas y emocionantes. Marrakech no fue una excepción, y cada día que estuve allí me sentía más viva.
Nuestro santuario dentro de la ciudad fue el Riad Dar Crystal, situado en el centro de la Medina. Fue el lugar perfecto para descansar y relajarse después de un día explorando los rincones de la ciudad. Y, como es habitual en la cultura árabe, la belleza se guarda de puertas para adentro. Lo que solo es una fachada en mal estado, por dentro es un patio lindo con habitaciones alrededor. Al ser tan céntrico, es fácil descubrir algunos tesoros de Marrakech, como el Henna Art Café (imprescindible cuando se visita Marrakech), el Palacio de la Bahía, el jardin de majorelle y el famoso zoco justo a lado de la plaza Jemaa el Fna.
Otro "Must see" del viaje fue nuestra aventura al valle de Ourika para ver las civilizaciones bereberes, los restaurantes del cauce del río y las impresionantes cascadas.
Marruecos es un país diverso y extenso, rico en cultura e historia. Apenas arañamos la superficie en nuestro breve descanso de fin de semana, pero por lo que vimos, el misticismo mágico de este país ha dejado una huella indeleble en mí alma y no puedo esperar para volver a descubrir más.
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